La Idealización de una persona es básicamente construir una imagen perfecta de aquello en lo que pensamos no hay cabida para un error. Todo en esa persona debe ser perfecto, basado en tus cánones e ideales de belleza...pero no es así, todo es un cúmulo de pensamientos que provoca las llamadas expectativas que por lo general, hacen que las cosas no sean lo que esperábamos y que mientras la expectativa prevalezca sobre la experiencia, el objeto de la idealización seguirá siendo atractivo e irresistible.
Hay idealizaciones tipo fantasías, cosas que pudiste hacer o realizar y no lo hiciste o no te atreviste y sentimos lo que el proverbio chino dice..."Hay 3 cosas que nunca vuelven atrás: la palabra pronunciada, la flecha lanzada y la oportunidad perdida"
¿Por qué existe este proverbio? Por la AUSENCIA de aquello que quisieron tener… y nunca tuvieron. ¿Serían infinitamente felices si hubieran realizado aquella fantasia? Con toda probabilidad, no. Pero la idealización del momento es tan fuerte que se ha convertido en sueño, en irrealidad, en fantasía.
Y, como hemos dicho anteriormente, es la AUSENCIA la que hace florecer este deseo y con la que se debe jugar muy delicadamente, ser precavidos porque el cerebro formará siempre una imagen perfecta de aquello con lo que fantaseamos. Y esto provocará esa cruel verdad para muchos: EL AMOR SE GENERA EN LA AUSENCIA.
¿Cómo es eso? ¿No nos enamoramos de una persona estando a su lado? No. No surge estando a su lado. No es hablando con ella, haciendo el amor con ella, ni viajando con ella, es cuando no estamos con la persona que decimos o nos entra el sentimiento de enamoramiento " creo que me estoy enamorando’, siempre es en momentos de ausencia.
Yendo aún más lejos, y tocando algo tristemente habitual, la idealización se da cuando todo va bien y una persona dice: ‘no creo que tengamos que seguir, creo que me estoy equivocando’. El miedo de no tener a esa persona, de perderla en ese instante, provoca que el cerebro se autobombardee con pensamientos del tipo: ‘no, no puede pasarme esto, esta persona es genial, es lo mejor, si me deja me muero, pero cómo me puede pasar esto otra vez, no, no, ¡no!, esto no puede suceder ahora, ¡quiero que ella/él esté a mi lado!’ Y ya puede ser esa persona poco agraciada, que como sepa generar ausencia en la otra, mínimamente dependiente de una relación, la idealizará al 100 por cien...
... y la persona que genera la ausencia lo conseguirá al 100 por cien.
Pablo Neruda decía en sus versos: ‘Me gusta cuando callas, porque estás como ausente’. Es la ausencia la que atrae. Es como un salvapantallas: cuando la relación pasa a inactiva, salta el ‘salvapantallas’ de la idealización y nuestra cabeza comienza a atribuirle todo lo positivo que seamos capaces de imaginar. A fin de cuentas, ¡nadie nos puede decir lo contrario! Es decir, si nos imaginamos que esa persona es capaz de conquistar a cientos de hombres o mujeres por su belleza y empezamos a fantasear con ello hasta llegar a lo negativo, la relación llegará a romperse y nosotros nos quedaremos con todas esas historias en la cabeza, siendo muy seguramente el 90 por ciento de ellas falsas, pero el daño que nos hace PENSARLAS tiene este matiz debido a nuestra evidente falta de autoestima, por haber idealizado a una persona, por sentirnos pequeños a su lado.
Idealizar es sentir que aquello a lo que empezamos a amar es perfecto, incluso más que nosotros mismos.
Una forma de evitar la idealización en la ausencia es queriéndonos mas a nosotros mismos, teniendo una autoestima fuerte.
Si bien es cierto que un poco de ausencia es buena para enganchar a otra persona, la ausencia de autoestima aderezada con mucha ausencia provocan relaciones fallidas que quedan como objetivos platónicos que, muy probablemente, jamás se conseguirán. Si es que se puede ‘tener’ a una persona…
Otra forma de evitar entrar a este tipo de idealizacion es VIVIR,
Darse cuenta de que si una persona nos quiso no era más que una persona, independientemente de la puntuación que le pusimos. Y si fuimos atractivos para una persona, lo seremos para otra y para otras. Y teniendo experiencias con ellas, llegaremos a donde debemos llegar, a darnos cuenta de que las mujeres y los hombres no son más que personas, no dioses o diosas del Olimpo, y que perseguir imágenes es más propio de gente anclada en el aburrimiento y en el pasado, que no son capaces de vivir cosas nuevas en el presente.
Viury
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